domingo, 20 de octubre de 2013

EL HUMANISMO CRISTIANO

El humanismo, en general, es una doctrina y una actitud cultural, de origen grecolatino y renacentista, que revindica la dignidad, los derechos, las libertades, el desarrollo y el progreso de los seres humanos en este mundo. Es ateo o agnóstico si excluye a Dios, y es religioso si incluye a Dios reconociendo e experimentado su existencia.
El humanismo cristiano – que, en primer lugar, no se debe olvidar que es ante todo cristiano – se presenta como una alternativa no sólo respecto de las estructuras materiales del mundo actual, sino fundamentalmente respecto de las estructuras racionalistas que condicionan la mente y el pensamiento del hombre contemporáneo. Es una filosofía política que defiende una plena realización del hombre y de lo humano dentro de un marco de principios cristianos. Como nos enseña el principal exponente de este humanismo Jacques Maritain:
«La imagen del hombre del humanismo integral es la de un ser hecho  de materia y espíritu, cuyo cuerpo puede haber surgido de la evolución natural de formas animales, pero cuya alma inmortal procede directamente de la creación divina.
«El hombre está hecho para conocer la verdad y es capaz de conocer a Dios como la causa del Ser por medio de su razón, y de conocerlo en su vida íntima, a través del don de la fe.
«La dignidad del hombre es la dignidad propia de una imagen de Dios; sus derechos, así como sus virtudes, derivan de la ley natural, cuyas exigencias expresan en la criatura el plan eterno de la Sabiduría creadora.
Un humanista cristiano es el que piensa al hombre, no sólo a partir de su propia racionalidad, sino que admite y profesa la trascendencia de Dios y su  revelación. Esta revelación fundamenta su visión del hombre que es criatura creada y sostenida por Dios  y la acepta como orientación del mundo y de la vida. El humanista cristiano acepta y sigue a Cristo y su obra. En el orden individual y en el social, el humanismo cristiano es un aceptar y un vivir lo que Cristo nos ha legado como herencia, en resumen aceptar el Evangelio y las enseñanzas de Cristo y de su Iglesia.
Así pues, el humanismo cristiano se refiere a la revelación divina transmitida por la doctrina de Cristo, pero antes de que existiera el humanismo, existía una teoría cristiana de la sociedad. Su implicancia para la estructura social solo fue objeto de elaboración filosófica cuando hubo que oponer la concepción social cristiana a las herejías sociales: individualismo, socialismo.
El humanismo cristiano es de índole filosófica no religiosa. Es la concepción de la naturaleza humana que sirve de base a la Doctrina Social de la Iglesia, a la que se llega a través de un conocimiento racional individual y personal, garantizado por la revelación.
Los auxilios que presta al hombre para que conozca su propia naturaleza serian:
1.    La naturaleza de la conciencia moral que mueve al hombre a meditar sobre su naturaleza y sobre sí mismo.
2.    La naturaleza espiritual de su alma: la supervivencia después de la muerte; conocimiento de su creador; conocimiento del origen, sentido y fin de su existencia.
El hombre con su ley moral natural: exige dominio y ordenamiento de sus impulsos, inclinaciones, la visión justa de la naturaleza depende de:
LA VOLUNTAD Y LA LIBERTAD.
Capacidad de ser con plena responsabilidad lo que la propia naturaleza le determina a ser, caracterizando la dignidad del hombre a la que se da el nombre de PERSONA”.
EL CONCILIO VATICANO II Y EL HUMANISMO CRISTIANO
El Concilio Vaticano II en la Constitución Gaudium et Spes dice, La Iglesia sostiene que el reconocimiento de Dios no se pone, en ninguna manera, a la dignidad del hombre, ya que una tal dignidad se funda y se perfecciona en el mismo Dios”.
Empezamos por afirmar que el Humanismo Cristiano tiene su identidad fundamental es Jesucristo, vocación de todos los hombres, afirmación del hombre. El cristianismo nace con la experiencia en que Jesús de Nazareth se sintió hijo. El mensaje entero de Jesús sobre el reinado y la voluntad de Dios será orientado a Dios como Padre. Lógica consecuencia de esta experiencia fue su anuncio de que los hombres podíamos llamar a Dios “Padre”; que debíamos portarnos como hermanos en un marco de fraternidad universal y esperar un reino de justicia y de amor.
Esta experiencia y este anuncio de Jesús son la clave humanista del cristianismo. Ahí se fundamenta el proyecto global o utopía humanista de inspiración cristiana, la nueva concepción de Dios, del hombre de la historia y del mundo. Se busca construir un mundo fraternal digno de los hijos de Dios sobre un Humanismo definido en tres notas:
·   El destino y la envergadura de este proyecto tiene una primera nota definitoria el Humanismo del Amor. No un amor cualquiera, sino uno con fuerte acento en la generosidad desinteresada sobre los símbolos revelados por Jesús, Dios Padre - Hijo- Hermanos. Estamos invitados y convocados a vivir amándonos como hermanos, también a los que son enemigos, y esto de modo práctico, renunciando a la venganza y devolviendo bien por mal.
·   La segunda nota definitoria del proyecto global cristiano es el Humanismo de la Esperanza. Una esperanza solidaria dado que la llegada del Reino de Dios, no es para el bienestar de uno o de pocos, sino para todos, y su construcción es también y aún primariamente, tarea de todos, en perpetuo proceso creativo. La parábola con la que Jesús surgió cómo será el juicio sobre la vida humana es hoy con toda razón invocada como clave de una situación activa y social de la esperanza “Me diste de comer, me diste de beber”.
·   El humanismo cristiano del amor y de la esperanza solidaria es también Humanismo de la Justicia. Por que su mirada a lo trascendente no olvida la realidad presente. Es por eso, un humanismo de lucha por la justicia, allí donde la justicia no es realidad.
En síntesis, el humanismo de inspiración cristiana no es un mero saber del hombre, sino un crecer consciente como hombre, un optar por la persona de Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, y por su misión de llevar plenitud a todos los hombres. El humanismo cristiano contempla al hombre, se acerca al hombre desde Jesús. Desde ahí se solidariza con el hombre, da firmeza a su responsabilidad y fundamenta su diálogo en una relación esencialmente personal.
A la relación de este proyecto global del humanismo cristiano debemos llevar como aportación especifica la luz del ideal fraternal del amor, de la esperanza y de la justicia. Un Dios profundamente humano y unos hombres no eclipsados sino enaltecidos por Él y llamados a la plena fraternidad de los “Hijos de Dios”.
Debemos recordar que este Proyecto Global de Humanismo de Inspiración Cristiana, nos señala también sus postulados básicos:
·   Dejar que Dios sea más que los límites de la razón.
·   No dejar que el hombre sea menos que hombre, ni desde luego, menos que las cosas.
·   Insertar el Humanismo de Inspiración Cristiana en la sociedad a la que nos debemos.
·   No buscar su comprensión desde lo humano sino desde la fe.
·   Tratar de que todos nosotros respondamos a las exigencias de nuestra fidelidad Cristo.
Visión coherente del hombre según el Concilio Vaticano II:
1.    Cada hombre es una persona insustituible, creado a imagen y semejanza de Dios, posee un alma inmortal y la capacidad de conocer y amar a su Creador.
2.    El fin del hombre, que trasciende todo ¡o terreno, es participar en la vida divina.
3.    El mundo es bueno, puesto que ha salido de las manos de Dios. El hombre es superior a todas las realidades materiales; pero no las desprecia, sino que las domina y las perfecciona con su trabajo.
4.    El hombre es un ser social y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás. La fraternidad y el amor a los demás hombres será la manifestación y signo de su unión con Dios.
5.    El hombre, creado bueno por Dios, tiene una tendencia al mal, producida por el pecado original, que le rebaja y le impide alcanzar sin la gracia su propia plenitud.
6.    El hombre es libre. Con su libre capacidad de decidir es capaz de alcanzar las más altas cotas o hundirse plenamente.
7.    El hombre descubre en su conciencia una ley escrita por Dios en su corazón, la llamada ley natural, que le marca el camino del bien y del mal.
8.    La dignidad del hombre estriba en la fidelidad a su conciencia, que manifiesta el amor y la sabiduría de Dios, a la que debe cuidar para que no se deforme y caiga en el error.
9.    La muerte es el máximo enigma de la vida humana. Pero no es una destrucción del hombre, sino un paso a una perfección superior; pues su alma es inmortal, y alcanza su plenitud en la resurrección final.
BENEDICTO XVI Y EL HUMANISMO CRISTIANO
El Papa Benedicto XVI afirma como conclusión de su encíclica, Caritas in Veritate: “la fuerza más poderosa al servicio del desarrollo es el humanismo cristiano que vivifique la caridad y que se deje guiar por la verdad, acogiendo una y otra como un don permanente de Dios”. Es decir, el humanismo cristiano consiste en la fraternidad humana que es la fuerza más poderosa para el desarrollo humano.
¿Qué es y en qué consiste el Humanismo Cristiano?:
El humanismo cristiano cree en la providencia de Dios Padre, espera la salvación del mundo por medio de su Hijo unigénito, Jesucristo, y propugna la caridad en la verdad, es decir, el amor fraterno o fraternidad humana, como ley fundamental del Cristianismo, para el progreso y desarrollo integral del ser humano y de la humanidad, dando respuestas a los temas del hambre, miseria, pobreza, guerras, violencia, injusticia, desigualdad, analfabetismo y enfermedades endémicas que padece y sufre.
El Papa expone el pensamiento y la acción del humanismo cristiano:
§ Sobre el desarrollo integral del hombre y de los pueblos, vivificado en la caridad verdadera, es decir, en la fraternidad humana, reflexionando y concretando sus efectos beneficiosos y positivos en las siguientes cuestiones sociales, laborales, económicas, jurídicas, políticas y religiosas actuales….
§ El cristianismo incluye una concepción del hombre en que, por considerarlo en relación con Dios, se garantiza de la mejor manera su dignidad.
§ El cristianismo valora al hombre, en la medida en que debe valorarlo, sin exaltarlo por encima de lo razonable y sin encontrar ningún antagonismo entre el respeto al hombre y el reconocimiento de Dios.
§ La fe cristiana no niega al hombre, sino que lo salva: le hace reconocer su grandeza y su potencia, al revelarle que está llamado a participar en la vida divina. La fe en Dios hace que podamos superar una idea del hombre que obtiene su perfección a base sólo de su relación con el mundo.
§ La relación del hombre con Dios es tan radical, que pretender que viva prescindiendo de esta relación eso sí que es alienarlo. Un hombre sin Dios es un hombre que ha entregado lo más verdadero de su ser a una realidad ilusoria.
§ El hombre es un ser personal y a la vez social, por lo que resulta insuficiente cualquier visión reductora: tanto la individualista como la colectivista.
§ El cristianismo parte siempre de la dignidad del hombre y de su perfectibilidad. A la vez, tiene en cuenta la herencia del pecado original, que ha herido su naturaleza, dando origen a deficiencias y debilidades. También la incapacidad de las solas fuerzas humanas para alcanzar la plenitud de vida en Dios, para lo que necesita la ayuda de la gracia.
§ Según la concepción cristiana, el hombre no es causa ni fin de sí mismo, porque estando sujeto a límites, a debilidades, a enfermedades, a caducidad inexorable, sería contradictorio que se produjera a sí mismo tan deficiente.
§ Según la doctrina cristiana, lo sobrenatural no anula lo natural, sino que lo eleva, lo proyecta y lo sitúa en su auténtica dimensión. El hombre cristiano asume los valores de la materia y del espíritu, como Cristo, el hombre nuevo, asumió todo lo humano, excepto el pecado.

§ La doctrina cristiana pone ciertamente en guardia a los cristianos contra el peligro de un humanismo puramente terrestre, les muestra al mismo tiempo cómo la fe que profesan, "lejos de disminuirla, aumenta más bien la gravedad de la obligación propia de ellos de trabajar con todos los hombres en la construcción de un mundo más humano".