LA REVELACIÓN : FORMAS Y FUENTES
Rom 1,19-20.
Heb.1,1-2
Ga.4,4; Jn.14,9
Mt. 28,18-20
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A. FORMAS DE LA REVELACION DIVINA
La Revelación es la
manifestación de Dios y de su voluntad acerca de nuestra salvación. Viene de la
palabra «revelar», que quiere decir «quitar el velo», o «descubrir».
Dios se reveló de TRES formas:
1. La
revelación de Dios en la creación. El poder eterno y el carácter de Dios se revelan por las
cosas que han sido creadas. El mundo de las cosas naturales, siendo una obra de
Dios, muestra que Dios es un Dios infinito en poder y sabiduría y que ha
diseñado y creado el mundo físico para un propósito inteligente. La revelación
de Dios mediante la Naturaleza, sin embargo, tiene sus limitaciones, al no
aparecer claramente manifestado el amor y la santidad de Dios. Mientras que la
revelación en la Naturaleza es suficiente para que Dios pueda juzgar al mundo
pagano por no adorarle como su Creador, no revela un camino de salvación
mediante el cual los pecadores puedan ser reconciliados con un Dios santo,
sagrado.

3. La revelación en la Palabra
escrita. La
Palabra escrita de Dios es capaz, de revelar a Dios en términos incluso más
explícitos de los que puedan ser observados en la persona y obra de Cristo. La
Biblia no sólo presenta a Dios como su tema fundamental, sino que también nos
muestra sus propósitos. La revelación escrita lo incluye todo en sí misma.
Expone de la forma más clara y convincente todos los hechos que conciernen a
Dios y que están revelados en la Naturaleza, y proporciona el único registro
que atañe a la manifestación de Dios en Cristo. También se extiende la divina
revelación en grandes detalles que se relacionan con Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo, los ángeles, los demonios, el hombre, el pecado, la salvación,
la gracia y la gloria. La Biblia, pues, puede ser considerada como el
complemento perfecto de la divina revelación de Dios, parcialmente revelada en
la Naturaleza, y más plenamente revelada en Cristo, y revelada completamente en
la Palabra escrita.
B. FUENTES DE LA REVELACIÓN
La revelación
no es una filosofía que el hombre se construye, sino una palabra que viene de
afuera, para instruirlo, para guiarlo, para interpelarlo. Es de carácter sobre
natural, que tiene su origen en una fuente distinta al sujeto que la recibe,
pero la encontramos hoy de un modo completo y seguro en:
a)
La tradición: (tradición apostólica)
(depósito de la revelación)

· La revelación cristiana es pues un
deposito sagrado que la iglesia ha recibido; que no le es propio; que debe
custodiar celosamente, para poderlo devolver en toda su integridad original.
· La garantía de que la iglesia
conservara incontaminada el depósito de la revelación, no reside en la iglesia
misma, compuesta por hombres frágiles, sino en la presencia de Cristo y de su
espíritu, hasta el final de los tiempos.
· La revelación llega al hombre a través
de un depositario vivo y garantizado, que es la iglesia. La iglesia no es
fuente de revelación, pero si es la transmisora autorizada por Jesús, y por
consiguiente para su recta interpretación.
b)
Las Escrituras:
Ahora
bien, a esa acción de transmitir, es lo que se llama tradición o sea, el
deposito revelado que nos llega desde los apóstoles. Esta tradición, o
revelación que se transmite, se concreto de varias maneras: predicación oral,
escritos diversos, vida litúrgica, etc. Con todo ello no solo se transmitía un
contenido conceptual, sino una revelación viva, encarnada, operante, dinámica.
·
Entre las muchas maneras de transmitir
la revelación sobresalen los escritos (escrituras) que, por estar inspirados
por Dios (sagrados), son ellos mismos la palabra de dios (sagradas escrituras).
·
Sin embargo la escritura no suprime la tradición.
Es posterior a ella y necesita de ella para ser rectamente interpretada. Ambas
se complementan.
A la pregunta ¿Dónde tiene la iglesia
el depósito de la revelación?, la respuesta es doble: en la ESCRITURA (biblia)
y en la TRADICION (tradición apostólica).