domingo, 31 de agosto de 2014

DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE CRISTO

Primero veamos este video y luego lo comentamos:






¿Qué hacemos nosotros como Iglesia?  ¿De qué manera imitamos a Jesús?
¿Cuál crees que es nuestra misión dentro y fuera de la Iglesia?
¿Solo la Jerarquía de la Iglesia tienen el deber de anunciar a Cristo?
¿Cómo crees que la Iglesia cumple su misión evangelizadora?
¿Qué nombre reciben las personas que pertenecen a la Iglesia y que no son parte de la Jerarquía?

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¿Qué quiere decir "laico"? 
Esta palabra viene del idioma griego, y significa "el que pertenece al pueblo". Este era el significado en el mundo griego, aún fuera de la Iglesia. El que pertenece al pueblo en un sentido específico: No tiene ningún cargo. No es autoridad, alcalde, concejal, policía, oficial, juez y no tiene ninguna otra función. Nosotros diríamos: "es base". Así en el pueblo griego se llamaban laicos todos los adultos que tenían derecho de ciudadanía, menos las autoridades. Y como la Iglesia ha formado sus estructuras en el mundo griego, cuando buscaban una palabra para todos los cristianos que no eran sacerdotes, diáconos y obispos, los llamaban también "laicos". Recordemos lo que quiere decir esto: Los que pertenecen al pueblo con todos los derechos, porque son mayores de edad, son ciudadanos. Ahora bien, si entendemos a la Iglesia como el Pueblo de Dios, nosotros, los laicos, tenemos en ella todos los derechos. Somos mayores de edad, somos de primera categoría.


LA MISIÓN DE LOS LAICOS:

El Concilio presentó la inserción de los laicos en las realidades temporales y terrenas. "Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios, ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios" (LG 30).Ellos son los protagonistas principales y directos de la transformación del mundo, desde los valores del Evangelio. Su compromiso es:

La promoción de la dignidad de la persona- La defensa de la vida humana- La construcción de una sociedad más justa y solidaria - La evangelización de la cultura.


Concluimos que todo laico debe trabajar primeramente en el campo propio de su actividad evangelizadora que es el mundo de la política, economía, cultura, etc. y simultáneamente, dar su servicio en alguna área de las tareas de la Iglesia, buscando vivir plenamente su identidad laical.




LOS CARISMAS DE LOS LAICOS:

Los carismas son múltiples gracias del Espíritu Santo que como dice San Pablo, distribuye a cada uno sus dones según su voluntad, y derrama en el Pueblo de Dios una gran riqueza de gracias mediante la oración, la contemplación y la acción. También los laicos son beneficiarios de estos carismas, con lo que los hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la renovación y la mayor edificación de la Iglesia.La gran mayoría de los dones son comunes, con los cuales los fieles servimos a la Iglesia día tras día.


DISCÍPULOS Y MISIONEROS: UN ÚNICO LLAMADO

El discípulo es la persona que ha sido llamada a seguir a su maestro, Jesús. Es la persona que viene detrás del maestro para aprender. Por tanto, es la persona que escucha, que observa los gestos y las acciones de su maestro para encarnarlas y manifestarlas en su propia vida. Es en consecuencia, una persona humilde que reconoce que no lo tiene todo, que no lo sabe todo y que no lo puede todo. Es la persona sencilla que va en busca de la verdad, de algo distinto que le da sentido y plenitud a su propia vida. Es la persona dispuesta a aprender y a “dejarse hacer”. El discípulo, como María, escucha la Palabra y la guarda en el corazón, la medita, la hace parte de sí misma. El discípulo conoce y vive la Palabra, preguntándose continuamente ¿qué haría Jesús en mí lugar? No se limita solo a conocer sobre Dios, la vida, los demás, etc.; sino que encarna y vive los auténticos valores del Evangelio.


RASGOS CARACTERÍSTICOS DEL DISCÍPULO MISIONERO:

El discípulo misionero tiene como referencia y modelo a Jesús, está llamado a colaborar con el proyecto de Dios para que “todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Podríamos decir que:


§  El misionero es un discípulo de Cristo: ha tenido un encuentro vivo, personal con Jesús resucitado y vive cotidianamente en unión con Él en la oración y los sacramentos, principalmente la Eucaristía y la Reconciliación. Porque “no se puede anunciar a quien no se conoce”.


§  Es un contemplativo: que transmite no sólo conceptos y doctrinas, sino su experiencia personal de Jesucristo y de los valores de su Reino.  Por ello, el misionero vive profundamente en comunión con Jesucristo, sabe encontrar en medio de la acción, momentos de “desierto” donde se encuentra con Cristo y se deja llenar por su Espíritu.


§  Es dócil al Espíritu Santo: se deja inundar por el Espíritu Santo para hacerse más semejante a Cristo, y se deja guiar por El. Sabe que no puede entregarse totalmente a la obra del Evangelio si no le mueve y fortalece el Espíritu Santo. Acoge dócilmente sus dones, que lo transforman en testigo de Jesús y anunciador de su Palabra.


§  Vive el Misterio de Cristo “enviado”:Vive en íntima comunión con Cristo, hasta tener sus mismos sentimientos: está impregnado del Amor del Padre, y obedece su voluntad hasta las últimas consecuencias. Se sabe enviado por Cristo a cumplir su misión, y acompañado constantemente por El. 


§  Tiene a María como Madre y Modelo: Su espiritualidad es profundamente mariana; es también su Madre, y es para él modelo de fidelidad, docilidad, servicio, compromiso misionero.


§  Vive la pobreza y el “éxodo misionero”: el sentido de “salir de la tierra” para el misionero, no implica únicamente el “salir geográfico”, sino que el misionero sabe que debe abandonar su comodidad y su seguridad para “remar mar adentro”,  para ir a las situaciones y lugares donde Cristo lo quiera enviar.


§  Vive la misión como un compromiso fundamental:Es un comprometido en el seguimiento de Jesús y en la lucha por su Reino liberador y universal. El misionero ha dicho “sí” a Dios, y no se echa atrás ni retacea en su entrega.


§  Ama a la Iglesia y a los hombres como Jesús los ha amado: Lo primero que mueve al misionero es el amor por los hombres, a quienes quiere llevar a Cristo. El misionero es el hombre de la caridad, el “hermano universal”, que lleva a Cristo a todos los hombres, por cuyos problemas se interesa, para quienes siempre está disponible, y a quienes trata siempre con ternura, compasión y acogida.

Terminamos con este video