viernes, 6 de abril de 2012

LA IGLESIA COMUNIDAD DE DISCÍPULOS: DIMENSIONES



Mt. 28,18-20; Jn 1,14; Mc. 3,14-15; Hch.2,42; 1Cor. 10,17. BIBLIA ON LINE
Según  C.I.C 771
La Iglesia, Misterio, realidad visible y espiritual; humana y divina
La palabra misterio viene del griego "mysteriony del latín "sacramentum" y significa dos cosas; primera, plan salvador de Dios (divina) y segunda, realidades que nos hacen presente el misterio, el plan de salvación (visible).
Aplicada a la Iglesia, decimos:
El Misterio de la Iglesia posee dos dimensiones:
DIMENSIÓN VISIBLE - HUMANA:  porque está formada por los hombres sujetos a debilidades y por tanto siempre será pecadora.La sociedad dotada de órganos jerárquicos,  La Iglesia de la tierra. El Cuerpo místico de Cristo, La Iglesia llena ya de los bienes del cielo.
Jesús al inicio de su ministerio elige a los doce para vivir en comunión con Él. Para favorecer  la  comunión  y  evaluar  la  misión,  Jesús  les  pide:  “Vengan  ustedes  solos  a  un  lugar deshabitado, para descansar un poco”. Al parecer, el encuentro a solas indica  que Jesús quiere hablarles al corazón. Hoy también el encuentro de los discípulos con  Jesús en la intimidad es indispensable para alimentar la vida comunitaria y la actividad misionera. 
Los discípulos de Jesús están llamados a vivir en comunión con el Padre y con su Hijo  muerto  y  resucitado,  en  “la  comunión  en  el  Espíritu  Santo”.  El  misterio  de  la  Trinidad es la fuente, el modelo y la meta del misterio de la Iglesia: “un pueblo reunido por la  unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
La  vocación  al  discipulado  misionero  es  con-vocación  a  la  comunión en su Iglesia. No hay discipulado sin comunión. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión”. Esto significa que una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una  comunidad concreta en la que podamos vivir una experiencia permanente de discipulado y de comunión con los sucesores de los Apóstoles y con el Papa.
Al recibir la fe y el bautismo, los cristianos acogemos la acción del Espíritu Santo que lleva a  confesar a Jesús como Hijo de Dios y a llamar a Dios “Abba”. Todos los bautizados y bautizadas  “a través del sacerdocio común del Pueblo de Dios”, estamos  llamados a vivir y transmitir la comunión con la Trinidad, pues “la evangelización es un llamado  a la participación de la comunión trinitaria”.
Al  igual  que  las  primeras  comunidades  de  cristianos,  hoy  nos  reunimos  asiduamente  para  “escuchar la enseñanza de los apóstoles, vivir unidos y participar en la fracción del pan y en las  oraciones”.
Con los apostoles se forma la I
DIMENSIÓN INVISIBLE - DIVINA - ESPIRITUAL :  porque la asiste el mismo Dios, es capaz de santificar, de comunicar vida divina. 
La comunión de la Iglesia se nutre con el Pan de la Palabra de Dios y con  el Pan del Cuerpo de Cristo. La Eucaristía, participación de todos en el mismo Pan de Vida y en  el mismo Cáliz de Salvación, nos hace miembros del mismo Cuerpo. Ella es  fuente  y  culmen  de  la  vida  cristiana,  su  expresión  más  perfecta  y  el  alimento  de  la  vida  en  comunión. La Iglesia que la celebra es “casa y escuela de  comunión”  donde  los  discípulos comparten  la  misma fe,  esperanza  y  amor  al  servicio  de  la  misión evangelizadora.  
La Iglesia, como “comunidad de amor”, está llamada a reflejar la gloria del amor de Dios que es  comunión y así atraer a las personas y a los pueblos hacia Cristo. “Que también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea”. 
La  Iglesia  peregrina  vive  anticipadamente  la  belleza  del  amor  que  se  realizará  al  final  de  los  tiempos en la perfecta comunión con Dios y los hombres. Su riqueza consiste en vivir ya en este  tiempo la “comunión de los santos”, es decir, la comunión en los bienes divinos entre todos los  miembros de la Iglesia, en particular entre los que peregrinan y los que ya gozan de la gloria. 
La Iglesia es comunión en el amor. Esta es su esencia y el signo por la cual está llamada a ser  reconocida como seguidora de Cristo y servidora de la humanidad. El nuevo mandamiento es lo  que  une  a  los  discípulos  entre  sí  reconociéndose  como  hermanos  y  hermanas,  obedientes  al  mismo Maestro, miembros del cuerpo de Cristo unidos a la misma Cabeza y, por ello, llamados a cuidarse los unos a  los otros.
Cristo santifica su Iglesia
Es propio de la Iglesia:
"Ser a la vez humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina. De modo que en ella, lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación y lo presente a la ciudad futura que buscamos" (Sacrosantum Concilium 2).

Nosotros mismos somos la Iglesia en su aspecto visible, la Iglesia que manifiesta su propia fe en su misma realidad divina y humana, dos dimensiones tan inseparables entre sí que, si faltara una se anularía toda la realidad de la Iglesia, tal como la quiso y fundó Cristo.

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