LEEMOS ESTE CUENTO
“LA BOLSA DE SEMILLAS”
Había una vez, en una tienda de flores, una
bolsa de semillas, esperando que alguien fuese a comprarlas porque dentro de la
bolsa se aburrían. De vez en cuando, charlaban entre sí de sus problemas. Un
día se pusieron a hablar y hablar… y comenzaron a soñar sobre su futuro.
Una de las semillas dijo:
- Me gustaría que viniese cuanto antes un
sembrador y que me comprara hoy mismo, me siembre en sus campos cerca de las
montañas y el viento me lleve de un lugar a otro para viajar por tierra, cruzar
los mares y visitar otros continentes.
Y seguía hablando y soñando, cuando otra
semilla intervino en la conversación.
- Pues a mí, me gustaría que me sembrasen en un
jardín muy bonito, como esos donde van muchos niños a jugar, a correr y a
gritar y donde también van las personas mayores a pasear y descansar y ser
felices.
Al rato, intervino otra semilla:
- A mí, en cambio, me gustaría que me
depositaran en una maceta que estuviera en el balcón de una casa, rodeada de
otras plantas, donde la dueña de la casa nos cuidara con mimos y cariños
mientras canta; que nos saque al sol y nos riegue cada mañana.
Desde el balcón vería muchas casas y gente
mimando a sus plantas…
Y las semillas, alegres y divertidas, seguían hablando…
cuando de repente, una voz seria dejó cortadas a todas, diciendo:
- Yo no quiero moverme de esta bolsa. Aquí
estoy muy tranquila y nadie me molesta. Se pasa muy bien sin hacer nada, pero
si me plantan, me regarán. Y el agua me molesta. El sol me calentará y me
quemará. El viento me llevará de un sitio a otro sitio.
Además tendré que esforzarme para que salgan
raíces y para dar ramas, flores y frutos. Estoy más tranquila aquí, sin
moverme.
Todas se quedaron con la boca abierta, sin
saber qué responder, hasta que una, que había estado callada, respondió:
- Pues yo no pienso así. Quiero que
me planten en una tierra bien abonada, que me reciba con
cariño. Quiero que el jardinero me riegue y remueva la
tierra para ayudarme a crecer. Aunque me cueste trabajo, echaré
raíces, y luego tallos y brotes.
Saldré a la luz y el sol me acariciará cada
mañana y me hará crecer. El viento me ayudará a hacer gimnasia y a coger
fuerzas.
Iré creciendo, creciendo… Yo confío en el
jardinero, en la tierra, el sol, la lluvia y el viento. Todos ellos me ayudarán
a crecer, a ser fuerte, bella y simpática. Cuando sea mayor, daré muchas
flores,.. De mis flores saldrán otras semillas que seguirán confiando en los
que nos cuidan y ayudan a crecer.
Hoy veremos este video en el proyector
¿Ves como bautizaba Juan?
el bautizaba con agua
y llama al arrepentimiento, pero
viene "otro" (Cristo) que bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
Éste bautismo es al que llamamos SACRAMENTO
y cuando lo recibimos nos hacemos
miembros de la Iglesia de Cristo y
muchas más gracias que ahora vamos a conocer
Buscamos en nuestra biblia on line las siguientes citas, leemos y reflexionamos sobre ellas.
Mt. 28, 19-20
Jn. 3,5
Hch. 2, 38
Los sacramentos son signos sensibles y eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia, a través de los cuales se nos otorga la vida divina.
El primer sacramento recibe, el nombre de Bautismo, en razón del rito central con el cual se celebra: bautizar significa «sumergir» en el agua; quien recibe el bautismo es sumergido en la muerte de Cristo y resucita con Él «como una nueva criatura». Se llama también «baño de regeneración y renovación en el Espíritu Santo», e «iluminación», porque el bautizado se convierte en «hijo de la luz».
El Bautismos se administra desde el día de Pentecostés, la Iglesia lo administra al que cree en Jesucristo.
El rito esencial del Bautismo consiste en sumergir en el agua al candidato o derramar agua sobre su cabeza, mientras se invoca el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Puede recibir el Bautismo cualquier persona que no esté aún bautizada.
La Iglesia bautiza a los niños puesto que, naciendo con el pecado original, necesitan ser liberados del poder del maligno y trasladados al reino de la libertad de los hijos de Dios.
Los ministros ordinarios del Bautismo son el obispo y el presbítero; en la Iglesia latina, también el diácono. En caso de necesidad, cualquiera puede bautizar, siempre que tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia. Siguiendo el rito.
El Bautismo es necesario para la salvación de todos aquellos a quienes el Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este sacramento.
El Bautismo perdona el pecado original, todos los pecados personales y todas las penas debidas al pecado; hace participar de la vida divina trinitaria mediante la gracia santificante, la gracia de la justificación que incorpora a Cristo y a su Iglesia; hace participar del sacerdocio de Cristo y constituye el fundamento de la comunión con los demás cristianos; otorga las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. El bautizado pertenece para siempre a Cristo: en efecto, queda marcado con el sello indeleble de Cristo (carácter).
Podemos comprobar lo aprendido en los siguientes test y crucigramas :)
AHORA ELABORA UNA LISTA DE ACCIONES QUE EXPRESEN TU TESTIMONIO DE VIDA, ASUMIENDO QUE DESDE TU BAUTISMO FORMAS PARTE DE LA IGLESIA DE CRISTO.